viernes, 6 de agosto de 2010

Lionel Messi



LIONEL ANDRÉS MESSI CUCCITINI





“Es futbolista desde que nació. Era muy tímido con todos, pero conmigo hablaba más. Todo el tiempo estaba en su casa, sólo salía para jugar a la pelota.”, asegura Cintia, la mejor amiga de Messi durante la niñez. 
Esa era la forma de ser del pequeño Lionel, nacido el 24 de junio de 1987, hijo de Jorge Messi y Celia Cuccitini, y hermano de Rodrigo, Matías y María Sol.
Han pasado muchos años y juegos desde que Messi buscaba proyectiles para atacar a su hermano Matías y a su primo Maxi Biancucchi, luego de que éstos, ambos mayores, se burlaran de él al terminar cualquier partido en la calle sin importar el resultado, siempre con la intención de lastimar –bromas de niño- el ego de la Pulguita. 
Lio era tan pequeño como desquiciante, no por travieso, más bien porque ya desde los tiernos años era tan habilidoso que hasta sus hermanos mayores, a la hora de jugar, sólo podían detenerlo de una manera. A patadas. “La pelota era más grande que él, pero pasaba a los chicos como si nada”, recuerda Matías. 
La obsesión de Lio por triunfar desde sus primeras cascaritas sólo reflejaba su anhelo por trascender y estar entre los mejores, minimizando el torneo, partido o rival, siempre convencido de que ganar era lo único. A pesar de ser el blanco de las burlas, la ambición de Lionel siempre tuvo argumentos pues desde sus primeros contactos con el balón enseñó que era distinto.
Con casi cinco años, Messi ya participaba en una categoría que en Argentina llaman Baby Futbol del club Grandoli. Jorge, su padre, tiene la imagen viva del pequeño “colgándose del brazo de su abuela” para ir a ver jugar a sus hermanos. Celia, la abuela materna, fue especial en los primeros días de su nieto en una cancha tanto que, en una ocasión, se desató una gresca y ella intervino dándole a algún rival tremendo golpe con una botella de vidrio.
En Grandoli, Lionel se encontró con un personaje determinante: Salvador Aparicio, el primero de sus entrenadores. Él le puso el mote de La Pulga. El Apa, sobrenombre con el que llaman a Salvador, dice: “Nació sabiendo, yo lo único que hice fue pararlo en una cancha”. 
Don Salvador tenía que armar un equipo de niños. Necesitaba siete, “pero me faltaba uno. Entonces miré hacia la tribunita donde normalmente van los familiares de los chicos. Y lo vi”.
La Pulga causó sensación. “Tuve en cuenta que el nenito era un año más chico que los demás , y no quería que lo lastimaran. Lo puse abajo. Le cayó la pelota en la zurda y ¡salió garbeando como si hubiera jugado toda la vida! No lo saqué nunca más”.


Siempre fue delantero y metía de seis o siete goles por partido… el Grandoli y su cancha de tierra ya le quedaban chicos. Además, tuvo un triste adiós de ese club porque un día su padre no pudo pagar los dos pesos para entrar a ver los partidos. 
Jorge Messi recuerda que hacia 1993, Jorge Griffa, entonces coordinador de las fuerzas básicas de Newell’s Old Boys lo fue a buscar. “El día que me lo trajeron me dije ‘esto es algo distinto’. Uno nunca espera que algo tan diminuto apareciera como una explosión”, recuerda Gabriel Digerolamo, de sus primeros entrenadores como leproso.
En 1997 Lio apenas medía 1.27 metros, fue en ese momento cuando, preocupados, club y padres lo llevaron con un endocrinólogo quien diagnosticó la falta de crecimiento y recetó un tratamiento de ingeniería genética de $900 al mes. La situación económica era precaria y con el apoyo de la empresa donde trabaja Jorge pudieron pagarlo durante dos años. Newell’s no costeó las inyecciones diarias que Lio mismo, sin queja, se aplicaba en ambas piernas. Los Messi optaron por buscar apoyo en otro club y llegaron al River Plate. En Buenos Aires los trataron con desdén hasta que vieron al niño con la pelota. Se interesaron por él, pero no hicieron el más mínimo esfuerzo por negociar con Newell’s Old Boys.
En 2000, la necesidad llevó a Jorge y a Lionel, con 13 años, a cambiar no sólo de residencia, también de país. Se trasladaron a España para empezar en un nuevo trabajo y buscar una prueba en otro equipo.
Lionel se probó en el Barcelona. Al saber del desmedido talento en el joven inmigrante, Carles Rexach, director deportivo del Barcelona, quiso asegurarlo y comenzó a negociar con Horacio Gaggioli, representante del progenitor del chico.
Tan grande fue el entusiasmo de Rexach que el trato por la promesa argentina se hizo de una manera aparentemente precipitada que quedó como una de las operaciones más afortunadas en la historia del Barça.
Rexach tenía conocimiento de la necesidad del chico para seguir su tratamiento genético. “Nunca he visto nada igual. Si lo dejo escapar nunca me lo perdonaré”, dijo el directivo quien pidió una servilleta al camarero y se puso a escribir en ella: “Yo, Carles Rexach, como director deportivo del Barcelona Futbol Club, garantizo…” Era el mes de octubre y desde ese momento el lugar donde se firmó el convenio quedó conocido como la Mesa-Messi. En esa época, Lio ya había alcanzado el 1.40 de estatura.
Mientras Jorge trabajaba, Lionel cumplía su proceso de adaptación. Sólo había algo que le faltaba al chico, su abuela, fallecida cuando aún estaba en Argentina.
“Me muevo rápido, tengo habilidad, soy zurdo. En Europa aprendí a pegarle mejor a la pelota, a cubrirla más, a tocar de primera. Todos los técnicos me dicen que aproveche para jugar de un toque, así hago el futbol más rápido”, decía Messi en una entrevista.
Para que pudiera presentarse en Primera División fue necesaria la intervención de la FIFA ya que Newell’s Old Boys demoró con la entrega del pase internacional, pero su estreno oficial como blaugrana se dio por fin en un clásico de Cataluña, frente al Espanyol, el 16 de octubre de 2004.
Para ese entonces, a Messi le hacía mucha ilusión alternar con Ronaldinho.
“Ronaldinho me cuida especialmente, me hace sentir cómodo, me da consejos y le tengo mucho cariño”, decía Lionel mientras Dinho, gratamente sorprendido, llegó a comentar: “lo que más me gusta de Messi es que lleva la pelota con el empeine y sólo tiene que preocuparse por la velocidad”. En su primera temporada, Messi salió campeón y tuvo un récord con el Barcelona como el jugador más joven que anotó en Primera al convertir frente al Albacete su primer gol a los 17 años, 10 meses y siete días.
Cuando Diego Armando Maradona vistió la casaca albiceleste por última vez, Argentina se quedó con un enorme vacío. Desde ese día, varios jugadores fueron llamados sucesores del Pelusa, pero las ilusiones no duraron mucho hasta la aparición de Lionel.
Gran expectación se desató desde la convocatoria que le hizo el entrenador José Pekerman, pero la presentación no fue lo afortunada que se esperaba. Lio entró al minuto 64 en cambio por Lisandro López y en menor de un minuto después ya caminaba rumbo a los vestidores al ver la tarjeta roja por un manotazo sobre su marcador. Las ilusiones guardadas durante tanto tiempo se desvanecieron en un instante, pero Messi se defendió. “Mi debut fue traumático, me expulsaron por una injusticia. Me estaba agarrando y yo sólo me quise sacar un rival de encima, el árbitro pensó que le estaba dando un codazo”.
En 2007 y 2008, Messi se quedó mirando cómo Kaká y Cristiano Ronaldo fueron reconocidos por la FIFA con el premio al Jugador del Año. El brasileño juntó 1047 puntos y el portugués 935, detrás de ellos, el argentino con 504 y 678 respectivamente.
En la segunda gala de premiación, no todos quedaron conformes, muchos prensaron que el resultado fue injusto. “Ganó el más guapo, no el mejor”, reclamó en su portada el diario español Sport.
Quizá aún no le tocaba ganar, tal vez su destino le deparaba el 2009 como su gran año. Todos hablaban de Messi, nadie se podía callar las emociones que les provocaba verlo jugar. En el Barcelona lo adoraban.
Además le tocó marcar el gol número 5000 en la historia blaugrana.
“Cuando anunciaron que era el ganador del Balón de Oro, dije que me sentía feliz de ser el primer argentino y el primer canterano del Barcelona en ganarlo. Me siento tanto argentino como del Barcelona y me gustaría que en Argentina se alegraran de este premio”, indicó.
Josep Guardiola dice asombrado: “hacía mucho tiempo que no veía un jugador como Messi, él es el amo de su futuro y sabe que está en su casa”. A inicios de 2009 tuvo que declarar públicamente que no tenía pensado abandonar el equipo blaugrana ya que Florentino Pérez, en su intento de volver a la presidencia del Real Madrid, se comprometió a vestirlo de merengue. “El dinero no lo es todo, hay cosas más importantes. Jamás me iré del Barcelona, salvo que me echen. Aquí han hecho mucho por mi familia y si no me echan, yo no me quiero ir”, aseguró.
En esos días se dio a conocer  que el equipo que quiera tener al prodigioso futbolista argentino tendría que pagar una cantidad de dimensiones estratosféricas. “Messi vale 254 millones de euros. Ese es el precio que costaría ficharlo si se siguen todos los pasos legales e impositivos que contempla la ley española. Su contrato tiene una cláusula de rescisión de 150 millones de euros, que ya de por sí es lo suficientemente disuasoria para quien piense contratarlo”, detalló la prensa española.
El 18 de abril de 2007, en un juego de Copa del Rey ante el Getafe, hizo una réplica casi perfecta del Gol del Siglo eludiendo a cinco rivales desde el medio campo, pero Maradona, categóricamente, subrayó una sutil diferencia: “yo lo anoté en un Mundial”. El 9 de junio de ese mismo año, Lio marcó con una mano ante el Espanyol, e irremediablemente todos se remitieron a la Mano de Dios de México 1986.
En 2009, el mundo se rindió a los pies de Messi. Se sabe del problema de su infancia pero ya casi no se habla de eso. 
Para él, como lo dijo en la campaña Impossible is nothing de Adidas, la firma que lo patrocina, ese defecto fue necesario en su vida para aprender a crecer.
Cada lágrima de Lio significó un reto a futuro, transformado hoy en un compromiso con Sudáfrica 2010. “Quiero ganar el Mundial”, expresa el considerado sucesor de Diego Armando Maradona. Messi acepta la presión que recaerá sobre su mágica pierna zurda durante el verano 2010, más por llegar como el Mejor Futbolista del Mundo 2009. Llegó el tiempo de medirse frente a Kaká y CR9.


Referencia:
Futbol Total "Los 4 fantásticos".
Joel Camacho.

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